GUERRA ECONÓMICA: NOVEDADES
EN EL FRENTE
20 enero, 2015 · por Reinaldo
Iturriza
Los amores de Chávez 13
1. En líneas generales,
parece posible definir tres momentos de la estrategia antichavista:
- El primero se define por la
confrontación violenta de la revolución bolivariana: inicia en 1998, con la
tentativa de desconocimiento del triunfo electoral del comandante Chávez el 6
de diciembre, pasa por el paro empresarial del 10 de diciembre de 2001, el
golpe de Estado del 11 de abril de 2002, el lock outempresarial y sabotaje de
la industria petrolera entre diciembre de 2002 y febrero de 2003, las guarimbas
de febrero y marzo de 2004, y la decisión de no participar en las elecciones
parlamentarias de diciembre de 2005. Durante estos años se cimentará la
identidad antichavista, de fuerte contenido clasista y racista. La mirada hacia
el chavismo se caracterizará por el miedo y el desprecio. Abundarán los
discursos que criminalizan y demonizan lo popular. Culmina con la derrota en
las elecciones presidenciales del 3 de diciembre de 2006.
- La realineación de fuerzas
posterior a diciembre de 2006 se expresará en un desplazamiento progresivo de
la clase política más tradicional. En 2007, y por primera vez, el sujeto
“movimiento estudiantil” asume la vanguardia, ya no en plan ofensivo y por la
vía violenta, sino enarbolando la defensa de los derechos civiles y políticos,
amenazados por el “cierre” de RCTV. La campaña contra la reforma
constitucional, en cambio, se centra en la defensa de la pequeña propiedad
privada. Durante la misma campaña se producen los primeros ensayos de mimetismo
de los símbolos del chavismo. Predominio casi absoluto del discurso sobre la
ineficiencia gubernamental, que desplaza al discurso sobre la ilegitimidad del
Presidente Chávez, característico del primer momento. El esfuerzo está dirigido
a demostrar que el chavismo es incapaz de gobernar, y que la retórica
socialista no es sólo un exceso ideológico, sino un pretexto para disimular la
ineficiencia gubernamental. Primeros episodios de escasez inducida. El discurso
sobre la ineficiencia alcanzará su pico más alto en 2010, año en que el país
padece el período de sequía más severo de su historia, lo que provoca una grave
crisis eléctrica, y cierra con las lluvias más fuertes de que se tengan
noticia, lo que produce una fuerte crisis humanitaria, con más de 120 mil
personas que pierden sus casas. Durante estos años ocurrirá un progresivo
apaciguamiento del discurso de criminalización del chavismo, que será
directamente proporcional al intento de apropiación de algunas de sus
principales ideas-fuerza. El ejercicio de mimetismo del chavismo alcanzará
niveles sin precedentes durante la campaña presidencial de 2012.
- La derrota en las
elecciones presidenciales del 7 de octubre de 2012 abre un período signado por
la precariedad estratégica: derrotada la estrategia de desgaste del segundo
período, se producirán episodios aislados de violencia y rebrotará el discurso
clasista y racista. Desmoralizado, el antichavismo asistirá a una nueva derrota
en las elecciones regionales del 16 de diciembre de 2012. Se agudizarán las tensiones
internas. Un liderazgo político cada vez más cuestionado llega al extremo de
poner en duda públicamente la fecha de la muerte del comandante Chávez.
Desconocimiento de los resultados de las elecciones presidenciales del 14 de
abril de 2013. Nuevos hechos de violencia dejan como saldo 11 muertos. Se
acentúa la guerra económica: la escasez inducida, el acaparamiento, la
especulación en el mercado de divisas. En febrero de 2014 retoma una táctica
que había abandonado diez años atrás: la guarimba, que deja un saldo de 43
víctimas mortales. Derrotada políticamente la guarimba (incluida una campaña
publicitaria a escala global que movilizó a figuras del espectáculo), y en
medio de fuertes disputas por el liderazgo, arreciará la guerra económica.
2. Durante los primeros días
de 2015 ha comenzado a transparentarse el esfuerzo que realiza el antichavismo
por superar la situación de precariedad estratégica que arrastra desde octubre
de 2012. Para comprender a cabalidad este movimiento táctico es necesario situarnos,
en primer lugar, al nivel de su relación con el chavismo en tanto identidad
política. El tránsito parece claro: del desconocimiento total del primer
período, con su pesada carga de deshumanización y criminalización del
adversario, de subestimación de sus capacidades políticas, todo lo cual tendrá
consecuencias catastróficas y aleccionadoras, a un segundo período de
reconocimiento de la fuerza del chavismo, de identificación de los principales
rasgos de su cultura política, y el consecuente trabajo de mimetismo, a un
tercer período en que, resultando infructuoso el giro del período anterior,
vuelven a ganar terreno las fuerzas que promueven la confrontación violenta con
el chavismo. Ahora bien, es preciso ver en el protagonismo circunstancial de estas
fuerzas una señal de desvarío, y por tanto de debilidad. Mejor alineadas las
fuerzas, la estrategia parece apuntar no al desconocimiento original, sino a la
identificación del chavismo con los peores rasgos de su adversario histórico:
el propio antichavismo.
3. Ya no se trata de colarse
por los intersticios de la cultura política del chavismo para colonizarlo y
derrotarlo desde dentro. Eso no funcionó. Ahora se trata de horadarlo, de
tasajearlo. Al chavismo deben vérsele todas las costuras. Lo que está en marcha
es un denodado intento de acabar de una vez por todas con la épica chavista,
por vulgarizar el mayor esfuerzo de transformación social que haya
protagonizado el pueblo venezolano en su historia.
4. Cuando el antichavismo
estimula y, eventualmente, crea las condiciones para la práctica de formas
diversas de “viveza criolla” (cadivismo, bachaqueros, coleros, etc.), para
luego celebrarlo como signos de descomposición moral del régimen, pero sobre todo
de su base social de apoyo, no está “descubriendo” la esencia del chavismo,
hábilmente maquillada por la propaganda oficial, sino que está emparentándonos
con lo que alguna vez fuimos y comenzamos a dejar de ser con el chavismo:
pueblo luchando contra pueblo, exacerbación del individualismo, del egoísmo,
imposición de la ley del más fuerte.
5. No podemos olvidar que fue
la oligarquía la que construyó el mito de la “viveza criolla”, del venezolano
flojo e inculto que se vale de determinadas circunstancias, pero sobre todo de
los demás, para sacar provecho personal, sin mucho esfuerzo. Pero este mito a
quien realmente retrata es a la propia oligarquía, mediocre e improductiva, que
caricaturiza y estigmatiza al pueblo trabajador. Este mito de la “viveza criolla”
es alentado por las elites para estimular conflictos intra-clase, procurando
evitar, por supuesto, que el pueblo venezolano olvide que el conflicto
antagónico es con la oligarquía.
6. La estrategia va orientada
a la descomposición moral de la base social de la revolución bolivariana, para
lo que resulta indispensable que el pueblo deje de creer en sí mismo, en su
potencia creadora y transformadora. Con la guerra económica, el antichavismo
estimula el cinismo: si el acceso a los productos de primera necesidad, logro
indiscutible de la revolución, comienza a percibirse ya no como expresión de la
construcción de una sociedad justa y solidaria, sino como ocasión para la
competencia, la trampa, la mentira y la “falta de autoridad”, pues
evidentemente ya no estamos frente a un logro, sino ante una dolorosa y
frustrante derrota. La circunstancia induce al error de pensar: después de todo
no fuimos capaces, porque después de todo somos lo mismo que decíamos combatir.
7. Este conjunto de
circunstancias, es decir, las expresiones cotidianas de la guerra económica,
con énfasis en las colas, tienen lugar en un momento en que el chavismo ha
perdido su principal referente ético: el comandante Chávez. La estrategia del
antichavismo se articula en torno al discurso: en ausencia de Chávez el
incorruptible, lo que nos queda es el chavismo corrompido y corruptor. He aquí
el significado del “Maduro no es Chávez” en boca de la vocería antichavista,
que no implica en lo absoluto reconocimiento del comandante Chávez. Veintiún meses
después de gobierno del Presidente Nicolás Maduro, habiendo demostrando el
chavismo que era capaz de vencer sin el comandante Chávez a la cabeza, y
habiendo demostrado Nicolás Maduro su capacidad para liderar el chavismo, el
antichavismo va por esa cultura política que logró sobrevivir a su líder
original.
8. Por eso el énfasis del
antichavismo en el tema de la corrupción: si en el primer período el chavismo
era ilegítimo, poco menos que humano, y en el segundo era ineficiente pero con
rostro humano, en el tercero es corrupto, ladrón, mafioso. Es decir, calco y
copia de la oligarquía venezolana.
9. Se trata de un gobierno
corrupto, ineficiente e ilegítimo, en ese orden. Ineficiente porque además no
hace nada para solucionar los problemas de desabastecimiento y escasez,
discurso que hace resonancia con una parte del chavismo. Y es aquí donde nos
enfrentamos, en el chavismo, con nuestras propias limitaciones: puesto que al
gobierno le corresponde asumir su responsabilidad, por supuesto que sí, pero también
al pueblo organizado. Porque esto no se trata de un gobierno más o menos
eficiente, sino de un pueblo que está haciendo una revolución y que, en alianza
con su gobierno, está llamado a actuar con eficacia política.
10. Si vamos a cuestionar la
lógica rentista, hagámoslo en serio. El rentismo en el campo económico tiene su
correlato político. La política revolucionaria produce nuevas relaciones
sociales. La política rentista administra el status quo. El antichavismo repite
hoy que “Maduro no es Chávez” porque hay una parte del chavismo que se lamenta:
“Si Chávez estuviera vivo”. Más que a derrotismo, la expresión alude a nuestra
dificultad como pueblo en revolución para superar la vieja cultura política,
para terminar de asumir que el destino de esta revolución depende de nosotros
mismos. En otras palabras, alude a nuestra dificultad para superar una cultura
política fundada en la lógica rentista.
11. Todavía presa de la
cultura política asociada al rentismo, una parte del chavismo reclama, exige, y
si su demanda no es satisfecha, se lamenta: “Si Chávez estuviera vivo”.
Imposible superar esta lógica perversa pretendiendo, por ingenuidad o
voluntarismo, por demagogia, que es posible satisfacer cada demanda. Gobernar
no es satisfacer, o hacerse de una clientela satisfaciendo a unos pocos.
Gobernar en revolución es crear las condiciones para que el pueblo gobierne.
Gobernar en revolución es producir otra sociedad, no administrar la vieja
sociedad.
12. La idea misma de la
política como algo que se produce, y no como una renta (política) que se
administra mejor o peor, implica abrirnos a la posibilidad de interpelar a
nuestros gobernantes, pero también a la posibilidad de ser interpelados en
tanto que pueblo que desea gobernar. Que tiene “voluntad de poder”. Implica
igualmente no olvidar que el comandante Chávez fue producto, consecuencia, de
un pueblo que decidió hacer una revolución. Chávez es también “creación
heroica” del pueblo venezolano.
13. Respecto del gobierno, de
nuestra responsabilidad, de la necesidad de reconocer nuestras incapacidades,
cabría esperarse un ejercicio similar al hecho aquí, identificando lo que hemos
hecho y lo que hemos dejado de hacer en idénticos períodos, de manera
simultánea a los movimientos del antichavismo para intentar, sin éxito,
derrotar a la revolución bolivariana. Identificar, por ejemplo, cuándo y cómo
permitimos que una “nueva clase” creciera al amparo de la revolución, y cuándo
y cómo ella misma terminó siendo un obstáculo para liberarnos de las amarras de
la economía rentista. Cómo y cuándo, por acción u omisión, contribuimos a crear
las condiciones para la aparición del fenómeno del cadivismo.
14. Como suele ocurrir, al
antichavismo le ha dado por sacar a relucir su amplísimo conocimiento del
problema de las colas. Una de las referencias al uso es la “psicología de la
espera“. Haciendo analogías aquí y allá, se pretende explicar por qué las colas
en Venezuela son el preludio de una catástrofe social. Lo que curioso es que si
nos permitiéramos idéntico desliz (la analogía fácil para “demostrar” lo que
está afirmado de antemano), la tal “psicología de la espera” nos aportaría
alguna información valiosa sobre eso que los aparatos de propaganda del
antichavismo han hecho con su base social: “si la espera se considera injusta,
se tolera mal”, “los nervios hacen que las esperas parezcan más largas y se
vivan peor”, “las esperas sin explicación son peor toleradas”. Es decir, la
base social del antichavismo ha sido condicionada para experimentar la
revolución bolivariana de la misma forma que el pueblo chavista hoy experimenta
las colas. Algo así como: ¿ustedes no querían patria? Bueno, cálensela. Las
colas serían una particular forma de venganza por todo lo que el chavismo les
ha hecho padecer.
15. Con las colas que
estimula, cuando lo hace, el antichavismo está provocando al que tal vez sea el
sujeto más potente de la revolución bolivariana: la mujer de barrio. Cualquier
chavista sabe que los procesos de organización barrial son fundamentalmente
dirigidos por nuestras mujeres. Mujeres que se emanciparon, en buena medida, en
el espacio privado, y pasaron a protagonizar en el espacio público, con su
infinita fortaleza, con su perseverancia, con su sabiduría forjada en la lucha
cotidiana para sacar adelante a sus hijos, generación tras generación. Yo no he
conocido a mujeres más hermosas que las mujeres de nuestros barrios. Con las
colas, la oligarquía venezolana le envía el siguiente mensaje a nuestras
mujeres: debes regresar al espacio privado, al de la economía doméstica, tú no tienes
otra misión en este mundo que administrar la escasez, ir de un lugar a otro
buscando qué darle de comer a tus hijos. No conocen a nuestras mujeres del
barrio.
16. Ay de aquellos cuya forma
de concebir la política se reduce a expresiones del tipo: quisiera ver a este
pueblo muerto de hambre a ver si por fin cae el gobierno.
17. Por último, falta
responder a la pregunta: ¿por qué la estrategia del antichavismo se orienta a
la identificación del chavismo con los peores rasgos del propio antichavismo? Porque
con la muerte del comandante Chávez se ha quedado también sin referentes
éticos. Porque nunca los tuvo entre sus filas. Porque se siente desolado.
Porque el chavismo está en vías de construir nuevos referentes y nuevos
liderazgos, que superen todo lo que de vetusto aún persiste en filas
bolivarianas, y en el antichavismo nada apunta en esa dirección. Porque
prefieren un país desolado a un país en revolución, con una democracia de alta
intensidad, que avanza en la lucha por erradicar la pobreza, la criminalidad,
los privilegios de clase; una sociedad en la que la población tiene acceso
progresivo a bienes y servicios, al libre ejercicio y disfrute de sus derechos.
Una sociedad como la que comenzamos, apenas, a construir con Chávez. Y esa
sociedad tenemos que construirla con buena parte de quienes hoy militan contra
la revolución. Ahora es que nos queda trabajo por delante.