A
propósito del Día Internacional de la Mujer
Rosa y Clara, dos nombres para la libertad
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El
8 de marzo de 1908, 40 mil costureras industriales de una fábrica
estadounidense se declararon en huelga con el objetivo de reivindicar un sueldo
digno, la reducción de la jornada de trabajo a diez horas y la prohibición de
utilizar mano de obra infantil.
Daniela
Saidman
Tienen buena parte
de la historia quemándolas, invisibilizándolas, relegándolas. En fin,
silenciándolas. Perfeccionaron con ahínco y precisión cada una de las trampas
para atraparlas y convencerlas de que están mejor en la cocina o como lindos
adornos en una reunión o en la mesa. Pero muchas de estas brujas y hechiceras
que se salvaron de la hoguera se convirtieron en esclavas primero de las ollas
y los maltratos, y después de la moda y las dietas, la cirugía y los cuerpos
perfectos.
Muchas se negaron.
Una y mil veces dijeron que no, infinitas veces, a lo largo de toda la humana
historia. Se opusieron a convertirse en eco sin voz. Por eso y más son ejemplo
de lucha, de convicción, de esa sabiduría que nace de cada memoria propia y
ajena.
Pero no se trata
del feminismo a secas, sino de la posibilidad de encontrarse diversos,
diversas, cálidas, turgentes, liberadas y liberadoras de la historia que nace
de sus vientres. Estas mujeres a las que Silvio Rodríguez canta, esas que “la
historia anotó entre laureles. Y otras desconocidas, gigantes, que no hay libro
que las aguante”, viven, perduran en el imaginario de los tiempos vividos, de
los días conquistados y del futuro que se hace imprescindible y único,
germinado de esperanzas.
Por eso y más,
cada marzo tiene rostro de mujer. Y es que el Día Internacional de la Mujer
conmemora las batallas libradas por alcanzar reivindicaciones que tal vez hoy
nos parecen poco. La reducción de la jornada laboral y el voto femenino fueron
estandartes de otros tiempos.
Día
de la Mujer
El 8 de marzo de
1908, 40 mil costureras industriales de una fábrica estadounidense se
declararon en huelga con el objetivo de reivindicar un sueldo digno, la
reducción de la jornada de trabajo a diez horas y la prohibición de utilizar
mano de obra infantil.
Como si aún las
hogueras de la inquisición siguieran encendidas, 129 de ellas murieron
carbonizadas en el interior de la fábrica en un incendio que fue respuesta a la
manifestación pacífica. Y en recuerdo a estas mujeres, años más tarde Clara
Zetkin propuso en la conferencia de mujeres socialistas celebrada en Copenhage,
que el día 8 de marzo fuese el Día Internacional de la Mujer Trabajadora,
resolución que quedó aprobada desde entonces, y desde aquellos años sigue
siendo un tiempo de reflexión sobre el futuro que aún está por edificar.
Clara
Organizadora del
movimiento feminista socialista alemán e internacional, Clara Zetkin (Alemania
1857- Unión Soviética 1933) fue uno de los estandartes de la lucha
antirreformista e internacionalista durante la Primera Guerra Mundial. Además
fue cofundadora y dirigente del Partido Comunista alemán, miembro destacado de
la Internacional Comunista, diputada y propagandista. El discurso y la praxis
revolucionaria de Clara siempre fueron cónsonas con la necesidad de alcanzar la
igualdad y la complementariedad entre mujeres y hombres. Muchas veces hizo
llamados al reconocimiento de la mujer como vanguardia imprescindible de la
consolidación del socialismo.
A partir de 1914,
año en que Alemania entró en la I Guerra Mundial, Zetkin colaboró con su amiga
Rosa Luxemburgo en actividades para detener la guerra, se unió a los
espartaquistas y fue encarcelada en reiteradas oportunidades. Se convirtió en
miembro del primer Comité Central del Partido Comunista, en 1918, y lo
representó desde 1920 hasta 1932. Durante su última intervención hizo un llamado
a la unidad contra el auge de los nacionalsocialistas (el fascismo que tomaba
fuerza en Europa). Finalmente, cuando Hitler alcanzó el poder en 1933, Clara
Zetkin se exilió en la Unión Soviética, donde murió poco después.
Rosa
Contemporánea con
Clara, Rosa Luxemburgo (Zamosc, Imperio ruso, 5 de marzo de 1871 – Alemania, 15
de enero de 1919) fue “la rosa roja” que luchó del lado de la orilla donde
habitan los más que menos tienen.
Filósofa,
política, revolucionaria y teórica del marxismo desde muy joven fue activista
del movimiento socialista. Escribió desde joven con una entrega sin límites y
pronto llegó a ser una de los principales colaboradores del periódico teórico
marxista más importante de la época, el “Die Neue Zeit”.
Junto con Clara,
cuando estalló la Primera Guerra Mundial (1914-1918), integró el grupo
internacional que en 1916 se convirtió en “Liga Espartaquista”, un grupo
marxista revolucionario que sería el origen del Partido Comunista Alemán. Junto
con la revolución rusa de febrero de 1917 maduró sus ideas políticas, que se
tradujeron en oposición revolucionaria a la guerra y lucha por el derrocamiento
de los gobiernos imperialistas.
Encarcelada, la
revolución alemana la liberó el 8 de noviembre de 1918. Y volvió a sumergirse
con pasión en la lucha revolucionaria. El recién inaugurado 1919 la contempló
sembrarse para siempre en la tierra y en la historia. Rosa Luxemburgo cayó
asesinada por el ejército, liderado por el ala derecha de la socialdemocracia y
generales del antiguo ejército del Káiser.
Estas mujeres,
todas ellas, viven en el imaginario colectivo, en las reivindicaciones
conquistadas a canto y lucha. Viven en la ternura con que toda madre mira el
futuro en los ojos del hijo, en el viento que caricia los cabellos, en la
aspereza de las manos que friegan platos y pisos ajenos, en los surcos que el
tiempo pone en las mejillas. Viven, en la vida que no se termina sino que se
prolonga en los vientres y en los gestos cotidianos. Clara y Rosa son dos
nombres de la historia, son canto de lucha, de solidaridad y de libertad que se
anuncia y se proclama en el sol que amanece cada mañana.
El
futuro por Clara Zetkin
“Nada más que una
sociedad socialista, con la desaparición del sistema actual dominado por la
propiedad privada, desaparecerán las oposiciones sociales entre los poseedores
y los que no tienen nada, entre hombres y mujeres, entre el trabajo intelectual
y el trabajo manual. La abolición de tal oposición, sea la que sean no puede
llegar más que a partir de la lucha de clases misma. Si las mujeres proletarias
quieren ser libres, es preciso que unan sus fuerzas a las del movimiento
obrero”.
Reforma
o revolución por Rosa Luxemburgo
“El fundamento
científico del socialismo reside, como se sabe, en los tres resultados
principales del desarrollo capitalista. Primero, la anarquía creciente de la
economía capitalista, que conduce inevitablemente a su ruina. Segundo, la
socialización progresiva del proceso de producción, que crea los gérmenes del
futuro orden social. Y tercero, la creciente organización y conciencia de la
clase proletaria, que constituye el factor activo en la revolución que se
avecina”.
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