Una
crónica, un cuento y el ministro Fidel
** El titular del Ministerio del
Poder Popular para la Cultura visitó Guayana en el marco del
Gobierno de Eficiencia en la Calle. En San Félix, Municipio Caroní,
constató el avance y fortalezas del Sistema Nacional de Culturas
Populares.
Daniela
Saidman
Sistema
Nacional de Culturas Populares
Cuando llegó lo esperaban con
tambores y charrascas niños y niñas que no pasaban los once años
de edad, pero que tenían en los ojitos todo el brillo que se guarda
entre esperanzas y sueños. Pieles morenas las de esta tierra cruzada
por dos ríos inmensos. El Roble estaba de fiesta, engalanada de
música y diablos coloridos típicos de El Callao. Como una nube
multicolor, de mariposas y otros vuelos, los niños regaban con
música las calles.
Algunas paredes rescatadas del
abandono y de la propaganda electoral que se suma una sobre la otra,
mostraban paisajes de esta Venezuela tan llenita de futuro. Y es que
además de músicos nuestros niños también agarraron los pinceles y
abrieron en las paredes, ventanas inmensas donde si uno pasa
desprevenido se puede asomar a un atardecer en el mar, a una mañanita
recién nacida de Los Llanos o al frío de Los Andes, todo el país
cabe en los muros que ahora hacen de esa comunidad un museo a cielo
abierto.
Pero el asombró no terminó allí.
Sino que al frente de casa de Delia, mujer chiquita que anda siempre
dando brincos y organizando cuanto evento cultural pueda, dos toldos
esperaban con muestras de dulce de lechoza casero, máscaras de
diablos danzantes, café coladito y unos niños que también están
aprendiendo a componer décimas. Porque Guayana que sabe de calipso,
también es experta en galerones y otros bailes.
Fidel, el ministro, no dejaba de
sonreír. Claro, no era para menos. Si los niños revoloteaban
queriendo cantarle y tomarle fotos. Hasta agarró un cuatro y se puso
a tocar. No había más cámaras que las de los teléfonos móviles
de todos nosotros que queríamos congelar el momento para que no se
nos olvide la voz de Benjamín Jin Jin y su aprendiz el Cristofué. A
José Lugo le debemos la alegría de los tambores, y a Oscar
Presilla, Darvis Paraguacuto, Héctor Filgueira y Miguel Salas los
murales que adornan esa comunidad de San Félix, donde además el
Padre Matías Camuña siembra solidaridades. El Sistema Nacional de
Culturas Populares está barrio adentro, corazón adentro, haciendo
nacer el futuro.
Luis, constructor de instrumentos
Como buen músico, el ministro
Barbarito, quiso visitar a un constructor de instrumentos. Y allá
nos fuimos sin aviso a casa de Luis Pérez, en Chirica Vieja. Apenas
llegamos nos recibió un patio inmenso, perfecto para correrías,
para una hamaca a la sombra y una buena lectura. Árboles frondosos,
además de matas de lechoza, un níspero cargadito y un fragante
limonero. Dos perros se echaron a la sombra mientras nos veían de
lejos pero sin asombro, conmovernos al tantear la madera que de tan
noble se convierte en la manos de Luis, en guitarras, cuatros y
bandolas. Ahora, al pasar estos días, sigo pensando en la magia de
las cuerdas, en la Viajera del Río y Manuel Yánez, en Antonio
Lauro... y constato que esta Guayana inmensa es un caleidoscopio
colorido.
Luis nos permitió darle dimensión a
su oficio, que no es otro que el de hechicero, porque hay que saber
encantar los materiales para que con ellos puedan hablarnos todas las
pasiones humanas. ¿Acaso la música no sabe de nosotros en todas las
formas?
Luis y Fidel soñaron juntos. Y
nosotros los veíamos soñar tomando un café que diligente el hijo y
ayudante del constructor de sonidos nos alcanzó a cada uno. Una
proveeduría de materiales para la construcción de instrumentos, un
taller para que los pequeños que se inician en la música sepan de
dónde vienen esos frágiles compañeros y una canción entre todas
las voces. Y todo esto ya empezó a ser presente nuestro.
Del Orinoco a Caracas
La Sala de Arte Sidor fue el último
punto del recorrido que Ciudad Guayana le tenía preparado a Fidel
Barbarito. Es una sala de exposiciones con una larga historia. Por
esas paredes han pasado artistas como Oswaldo Vigas, han dado
recitales poetas como Juan Calzadilla, y además se han presentado
corales, pequeñas obras de teatro, conciertos y un sinfín de
actividades. Pero sobre todo es un punto de encuentro para los
cultores de esta ciudad y la gente que la habita. El profesor José
Lanz, artista plástico que llegó hace años a Guayana, a trabajar
en los hornos de Sidor, la primera siderúrgica del país es quien
con tesón y amor infinito por la creación humana, se encarga ahora
de que la Sala siempre tenga algo que ofrecer. Está en un punto
especial de la ciudad y quienes vivimos aquí queremos verla siempre
luminosa, siempre de puertas abiertas para recibirnos.
Fidel pudo ver, antes de la
inauguración, una muestra plástica de Ramón Moreles Rossi. Un
artista de Ciudad Bolívar con un trabajo que habla de nosotros, del
río Padre, de ese Orinoco que vio a Bolívar pronunciar la que tal
vez sea su pieza oratoria más importante, el Discurso ante el
Congreso del Angostura.
De Fidel nos quedamos con su humildad,
con su promesa de seguir trabajando para garantizar el acceso del
pueblo a la cultura, a los bienes culturales. Con él compartimos la
preocupación por hacer de ella un eje transversal de acción del
Gobierno Bolivariano, para ser cada vez más pueblo comprometido con
el porvenir. Con él queremos seguir contribuyendo a difundir los
logros hermosos que hemos conquistado en esta década de Revolución,
estos primeros catorce años en los que conseguimos juntos ser un
territorio libre de analfabetismo, un país cada vez más lector y
sobre todo un pueblo que ahora es visible, que por fin tiene voz. Lo
que el presidente Chávez empezó tiene continuidad en Nicolás
Maduro, vemos su entusiasmo por el teatro y la música, por crear una
televisión más crítica y liberadora del pensamiento. Y Fidel, como
antes Pedro Calzadilla, son hacedores de la magia que nace siempre de
las manifestaciones con que los seres humanos cuentan la vida, y es
que hay tanta vida que contar.
(Fotos de Felipe Siva Bayola /
Gabinete de Cultura Estado Bolívar)
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