La
Paz
Daniela
Saidman
29/09/2013.-
Cuando Jorge empezó a construir parques, antes, mucho antes de que
estuvieran listos, aparecieron sin aviso, niños de todos los
colores. Con pelotas, bicis y patinetas, y también con trenzas,
patines y muñecas. Algunas se animaron a tomar por asalto los
columpios para poder tocar el cielo con la punta de los zapatos.
Otros demostraron sus destrezas en los sube y baja. Corriendo y dando
gritos, de los alegres y entusiastas, se adueñaron sin permiso de
cada rincón. No les importó que aún no se hubieran cortado cintas
y llegado la televisión para mostrarlos. Con los niños llegaron
también los padres, que en los parques y en las plazas siempre
parecen menos viejos y gritones, porque se acuerdan, cómo no
acordarse, de sus trompos, gurrufíos, escondidas y tanto juego con
que la niñez se gana la vida. Allí, justo allí, donde cantan
pájaros de trópico y montaña, se convirtieron pronto, los parques,
en espacios habitados por correrías y brincos donde no caben más
que las ganas de crecer.
II
Scherezada
ha pasado más de mil y una noches contando y cantando anécdotas y
hazañas. Claro, narraba para ganarse la indulgencia de cierto
monarca, pero sobre todo por el mero placer de deleitar con palabras.
Ella sabía hace más de mil años, que la memoria de los pueblos se
guarda a grandes voces y se cuida entre todos. Por eso, sus cuentos
eran los cuentos que había escuchado o que había leído, y que
tenían entre pliegues y velos, toda la memoria de esas tierras que
hoy nos lega aunque se encuentra amenazada. En Las mil y una noches
toda la riqueza cultural de Siria, la delicadeza de Egipto, la
belleza de Irak y los matices de Irán, se encuentran, se dan la mano
y caminan juntitos como enamorados para mostrarnos, lo que siempre o
casi siempre ha estado opacado por los grandes medios, las industrias
del miedo, que nos han querido alejar siempre de ese mundo de magia y
de saberes, que vivió antes que nosotros, que estaba desde antes y
que atesora la primera palabra escrita del hombre.
III
Septiembre
es un mes memorioso. Habita en él, el ejemplo irreductible de
Salvador Allende, de su entrega amorosa, de su vida que vive a cuatro
vientos y en la memoria de los Pueblos. Tiene también la dimensión
exacta de los versos de Neruda y la textura de los de Benedetti.
Estos días son tiempo propicio para acordarnos que la intolerancia,
reina y hermana de la prepotencia y el olvido, invade países y
cercena sueños, destruye parques y quema libros. A lo mejor es buen
tiempo para sacudir desde las ventanas pañuelos blancos que canten
las canciones de nuestros abuelos y se agiten con ellos la promesa de
futuro que le hemos hecho a nuestros hijos. Porque como dijo el Pepe
Mujica, ese guerrillero de ojos chicos que sabe mirar el mundo, la
vida humana es un milagro que bien vale la pena preservar.
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Publicado
por Daniela Saidman para DESDE LA OTRA ORILLA el 29/9/2013
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"Ojalá
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